Cada vez que un nuevo dispositivo para
la diabetes entra al mercado la pregunta más común es: ¿lo cubre el sistema
público de sanidad? El tratamiento para la diabetes no sólo ha avanzado, sino que
ha cambiado la percepción sobre esta condición de salud, desde que llegaron las
nuevas tecnologías, y las personas con diabetes nos involucramos cada vez más
en el control.
Ahora los pacientes no sólo seguimos indicaciones
de nuestro equipo médico, sino que tomamos nuestras propias decisiones basándonos
en la información que nos suministran dispositivos, como los sistemas de
monitorización continua de glucosa, y la infaltable educación diabetológica, una
fusión que mejora el manejo de nuestra enfermedad.
En algunos países de Latinoamérica y
Europa ya se cuenta con la cobertura, por parte de las administraciones
sanitarias, de algunas tecnologías y, en otros casos, las personas con diabetes
que pueden asumen el gasto de sus propios bolsillos. ¿Y el resto de las personas con diabetes que no pueden acceder a las
nuevas tecnologías ni por un medio ni por el otro? Esto genera una gran
inequidad, por eso se habla de salud universal para todos y se insta a los
gobiernos a implementar acciones, ya que estos avances no son lujos sino
necesidades.
¿Cómo funciona en Colombia?
En mi país, Colombia, hay financiación
pública para el tratamiento de los diferentes tipos de diabetes, a través de
tecnologías como la bomba de insulina con su respectivo sistema de
monitorización continua de glucosa. Cabe indicar que la salud no es gratuita ni
pública en mi país y las leyes abarcan todo el territorio nacional. Para
acceder a la asistencia sanitaria, se debe pagar un porcentaje mensual según
los ingresos económicos, salvo que no se cuente con estos recursos y esta
cantidad sea subsidiada por el Estado, accediendo a servicios que suelen ser
más deficientes.
Todo ciudadano debe estar afiliado obligatoriamente
a uno o al otro sistema, según sea su caso personal. Cada año sube su aporte
según el aumento del salario mínimo y hay un listado de medicamentos,
dispositivos médicos y procedimientos, que generalmente están cubiertos y otros
no. Por lo tanto, para acceder a ciertos sistemas que no están cubiertos, como
el flash, se debe elabora y entregar una solicitud que puede ser aprobada o no.
Barreras de acceso
Pero la cobertura no es para todos, porque
siguen existiendo barreras de acceso que varían en cada país. En algunos, por
ejemplo, se prioriza el acceso de los menores de edad (los adultos también
tenemos diabetes tipo 1) a los dispositivos de monitorización; en otros casos
se hace según el tipo de diabetes (cuando por fortuna los distinguen); o sólo
para pacientes con hemoglobinas altas (otros lo llaman “diabetes
incontrolables”), con hipoglucemias recurrentes o con pérdidas de conocimiento,
entre otros aspectos que dificultan el control de la diabetes.
Además, las empresas prestadoras de
salud incumplen a menudo, lo que genera una ola de quejas y reclamaciones por
parte de usuarios y asociaciones de personas con diabetes que se dedican a la
defensa de los pacientes, ya que entes oficiales como el Ministerio de Salud o
Superintendencia de Salud, otro de los organismos del sistema sanitario en
Colombia, se quedan cortos al establecer las sanciones pertinentes.
Toda persona con diabetes que lo requiera
debería tener derecho a un tratamiento personalizado sólo por el hecho de tener
la enfermedad. Los sistemas de salud
deberían enfocarse en educar a profesionales de la salud, entes oficiales y
pacientes sobre las nuevas tecnologías, y así mejorar la formación
diabetológica de estos actores del ámbito de la salud, ofreciendo herramientas
e información que permita un mejor control de la diabetes y un gasto sanitario
más eficiente, lo que a corto, mediano y largo plazo beneficiará a todo el
entorno sanitario y la comunidad, en general.
La diabetes sigue teniendo resultados
alarmantes, pero los tomadores de
decisiones siguen sin enfocarse en las personas con diabetes, sin escuchar
nuestras opiniones y exigencias, sin conocer de qué se trata esta
enfermedad que asusta pero que pocos comprenden; sin facilitar el que todos los
profesionales de la salud se pongan de nuestro lado y nos incluyan en sus
conversaciones; sin permitir que la industria farmacéutica pueda acercarse a
los pacientes y conozcamos de forma transparente sus medicamentos y
dispositivos.
Carolina Zárate,
fundadora del blog "Diabético tipo 1"