La pasada semana en Madrid tuve la oportunidad de
coincidir con decenas de padres, madres y sus hijos, en la 4ª edición de la
Diabetes Lilly Cup, y fue una ocasión perfecta para compartir mis reflexiones sobre
el futuro de las personas con diabetes. Durante los escasos 10 minutos que pude
dirigirme a ellos, destaqué la necesidad de resaltar la importancia de la labor
que lleva a cabo, desde hace 30 años, la Federación de Diabéticos Españoles
(FEDE), y otro aspecto que considero crucial en el movimiento asociativo de la
diabetes: el sentimiento de pertenencia a un colectivo que lucha y defiende los
intereses de los pacientes y de sus familiares.
El presente nos absorbe el día a día; controles, comidas, horarios, actividad física y visitas al médico se convierten en nuestra rutina y, al final, todos, en mayor o menor medida, vemos resuelto adecuadamente el tratamiento de nuestros hijos. Ahora bien, ¿qué pasara el día de mañana cuando nosotros, los padres, no estemos para defender sus derechos? ¿Quién cuidará y protegerá sus intereses, necesidades y demandas, en muchas ocasiones sin respuesta? ¿Quién trabajará para eliminar las discriminaciones y barreras? ¿Podremos estar realmente seguros de que el futuro de los derechos de nuestros hijos estará garantizado?
Son muchas cuestiones, pero con una única contestación: estar unidos y conseguir la fortaleza de FEDE, de las federaciones autonómicas y de las asociaciones locales, porque ellas seguirán estando ahí año tras año, con nuestros voluntarios, ayudando a cada persona con diabetes que lo necesite.
Creo sin duda, y así lo expreso aquí, en el sentimiento de pertenencia a una organización que trabaja muy duro por tod@s nosotr@s, y considero una obligación que, entre tod@s, debemos alimentar y apoyar, para conseguir un colectivo fuerte ante los poderes públicos. Cuanto más grandes y unidos estemos mayor garantía tendremos de nuestra calidad de vida y de nuestros derechos.
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