Tenía 24 años cuando me dieron la noticia: tendría que vivir el resto de mi vida con diabetes tipo 1. Estaba a punto de graduarme en la Universidad, y aun así me sentía como una niña que necesitaba ser protegida de aquella pesadilla. 

La diabetes se puede diagnosticar en niños, adolescentes y adultos jóvenes o mayores, y en todas las edades necesitamos del apoyo de nuestro entorno más cercano al momento del diagnóstico y en el posterior manejo de la condición. No hubiera tenido la misma fortaleza sin mi familia, que me acompañó y lo sigue haciendo desde el primer día. Era la primera vez que nos topábamos con la diabetes, no tenía antecedentes familiares, así que nos tomó a todos por sorpresa.

Al principio pensé que era un error, y esa era la ilusión de todos. Después de comprender que esto no tenía marcha atrás, tomé las riendas y empecé a aprender sobre diabetes. Mi familia tuvo un rol fundamental, principalmente al no presionarme, ni hacerme sentir diferente. Las personas a nuestro alrededor pueden sentir más miedo que nosotros y cuestionarse si podremos superar los retos que nos esperan. Con el tiempo les demostramos que con la disposición y el aprendizaje esa pesadilla se convierte en una oportunidad de convertir muchos sueños en realidad.

El cambio más importante en familia fue en la forma de alimentarnos. Aunque la diabetes tipo 1 no tiene que ver con los hábitos alimenticios, en el tratamiento sí es una parte fundamental. Todos nos involucramos y fuimos aprendiendo, por ejemplo, ninguno sabía leer las etiquetas de los alimentos ni tampoco nos fijábamos en la cantidad de azúcar; en general, no comprendíamos mucho de nutrición. A día de hoy, elegimos alimentos más saludables y tenemos en cuenta las porciones, a pesar de que ellos no tienen diabetes.

Mi familia está siempre atenta a mis requerimientos, pero no pretendo ser el centro de atención. Soy consciente de que mi diabetes es mi responsabilidad y sólo depende de mí hacer el trabajo lo mejor posible. Además, ellos también han tenido que pasar por situaciones complejas y yo también he estado ahí para apoyarlos. Yo tengo diabetes pero, sin duda, nos cambió la vida a todos.


Carolina Zárate, fundadora del blog "Diabético tipo 1"