En estas fechas, a las puertas de agosto, quiero hacer una reflexión y echar una mirada atrás a estos últimos meses. De entrada, debo reconocer que este año está siendo, desde el punto de vista de trabajo de la Federación Española de Diabetes (FEDE), especialmente productivo. Sin duda esto es, en parte, resultado de la continuación del esfuerzo de los compañeros que estuvieron antes de mí, y es ahora, tras un fuerte impulso, cuando comenzamos a ver los resultados. FEDE es por ello cada vez más visible y reconocida, y de ahí que sean, cada vez más, las organizaciones que se suman a FEDE y / o demandan nuestra colaboración.
Así las cosas, y tras dos años al frente de FEDE, soy optimista con el resultado y la evolución de la federación. Pero al mismo tiempo soy realista, y me doy cuenta de todo lo que nos queda por hacer aún. Quizás sea demasiado ambicioso, pero sólo así es como se consiguen las cosas: teniendo metas elevadas, que no imposibles. Y la primera de todas es que FEDE se convierta, más pronto que tarde, en una organización potente, bien estructurada por toda España y referente a nivel nacional en el ámbito de la sanidad y diabetes.
Para ello, no me cansaré de repetir que NECESITAMOS DEL APOYO DE TODOS. Independientemente de nuestra perspectiva, si el objetivo es común, compartimos ya lo principal: nuestro deseo de caminar y trabajar juntos por y para el paciente. Y es que, el pensar distinto no significa incompatibilidad, sino todo lo contrario: riqueza de visión, algo fundamental para avanzar y mejorar.

Así pues, tan sólo me resta daros las gracias a todos, porque estamos creando algo muy bonito e importante; muestra de ello es que las personas nos necesitan cada vez más, y es a ellas a las que nos debemos para mejorar su presente y también su futuro.