El papel de las personas que lideran las asociaciones de pacientes es, en muchas ocasiones, muy complicado, y son pocas las veces que este tema se aborda, a pesar de lo que implica tanto para ellas como para sus familias. De entrada, no se valora el número de horas que dedican a su entidad, horas que restan a sus vacaciones o de estar con sus familias. Y todo ello, en multitud de veces, en un entorno duro, por verse muchas veces solos, con poco apoyo.


Así las cosas, no es de extrañar que nos preguntemos una y otra vez qué pensarán nuestros hijos o pareja sobre esta labor que, por desconocer de cerca, creen que no aporta valor. Se nos valora de una manera dura, y personalmente tengo que reconocer que ese sufrimiento lo llevo dentro, porque por mucho que lo explique, no sé si llegan a entender mi compromiso para con el colectivo al que dedico parte de mi tiempo y mi vida.
La realidad (mi realidad) es que uno tiene la convicción y la necesidad de trabajar por esos pacientes que tantas veces necesitan de mi ayuda. Quizás esto nos haga egoístas y desatendamos a nuestra propia familia, pero si se cree de verdad en lo que se hace, no se puede dejar de seguir trabajando por aquello en lo que se cree.

Mi convicción, como la de muchos presidentes voluntarios de asociaciones, es la de que estamos consiguiendo una sociedad mejor, con más calidad y cantidad de vida. Y es por ello por lo que, desde estas líneas, quiero agradecer a todas esas familias, su comprensión y paciencia, por apoyarnos cada día en esta labor que estamos realizando y que tanto bien hace.

Andoni Lorenzo, presidente de la Federación Española de Diabetes (FEDE)